Por Ciara
Molina ( * )
En principio
el miedo no es algo negativo, se trata de un mecanismo de defensa que crea
nuestra mente cuando percibimos una situación de riesgo. Ahora bien, cuando la
situación de supuesto riesgo se produce ante un estímulo positivo, se trata de
un miedo irracional y éste siempre tiene como base una inseguridad.
¿Por qué
surge el miedo?
Digamos que
nosotros nos hemos creado una especie de burbuja de bienestar, a nuestro modo y
semejanza. El miedo aparecerá cuando vemos peligrar dicha burbuja, es decir,
cuando creemos que va a producirse un cambio que pueda desestabilizar nuestra
seguridad. Si consideramos una relación como algo que nos quita (pérdida de
intimidad, compartir tiempo de descanso, estar al pendiente del otro, etc.) y
no que nos aporta (amor, compañía, bienestar, etc.), entonces es cuando aparece
el miedo.
El miedo
pone en la balanza los recursos que uno tiene y aquello que tenemos que
afrontar. Cuando se produce un desajuste en esta balanza, es cuando se hace
presente. Por tanto, es una cuestión de inseguridad y de no conocerse bien a
uno mismo, lo que conlleva malestar y frustración.
¿Qué suele
pasar cuando uno no sabe reconocer sus propias capacidades y habilidades
emocionales? Tiende a evitar aquello que despertó su alarma de amenaza
inminente. No deja de ser una mala adaptabilidad a los cambios, que por otro
lado anhelamos, pero que nos cuesta reconocer. Nos vemos como frágiles o
débiles y nos ponemos una coraza para supuestamente no nos puedan tocar, pero
obviamos lo más importante: la amenaza somos nosotros mismos, no el entorno.
¿Qué
características suelen identificar a este tipo de personas?
Les cuesta
tomar decisiones personales porque temen el cambio y salirse de su zona de
seguridad.
Son personas
rígidas en el trato, quieren tenerlo todo controlado. La falta de control es lo
que les hace activar los mecanismos de alarma.
Suelen tener
dificultades en expresar sus propias emociones. Intentan no profundizar en lo
que sienten o piensan respecto a alguien o algo y ello provoca problemas de
comunicación con los demás.
En muchas
ocasiones se sienten inseguros de si mismos y no soportan ver la seguridad en
otros, por lo que inconscientemente crean disonancias cognitivas como
convenciéndose de que esa persona no es tan maravillosa como se muestra ante
los demás.
Hemos de
tener en cuenta que el carácter y personalidad que tenemos en nuestra etapa
adulta va muy de la mano de la relación afectiva que hemos tenido con nuestros
progenitores en la infancia. Es por ello que una familia que haya protegido
mucho a su hijo, haya sido muy rígida en su educación o demasiado permisiva,
hace que la persona no pueda desarrollar sus propias estrategias de
afrontamiento para valerse por sí misma.
¿Cómo suelen
actuar?
En el
terreno emocional suelen ser personas muy atractivas, grandes conquistadores,
ya que tienen esa necesidad de tener una relación estable, por su carencia
afectiva. Por el contrario, cuando ya se ven dentro de la relación empieza el
miedo y se crean situaciones de confusión en sí mismo y en el otro. Es aquí
cuando se produce la disonancia cognitiva que mencionaba anteriormente, la
mente empieza a crear pensamientos de alerta porque no soporta las propias
incongruencias (no es la persona que busco, no va a poder ofrecerme lo que
quiero, no voy a cumplir sus expectativas, en verdad no quiero tener una pareja
estable, aún me quedan muchas cosas que experimentar y que no podría hacer si
estoy en pareja, etc.).
En cierta
forma, la falta de estrategias y de conocimiento sobre uno mismo hace que se
busque justificación a la propia inseguridad y temores. Al final como no se
tienen las capacidades para asumir el miedo y gestionar el malestar, se buscará
romper la relación para recuperar la estabilidad y huir del descontrol.
Cómo
afrontar el miedo al compromiso
El primer
paso es admitir que tenemos unas limitaciones emocionales en las que tenemos
que trabajar. Evaluando las verdaderas necesidades y arriesgándonos a afrontar
los miedos, éstos desaparecerán. Por tanto, una buena autoestima es la base de
todo.
Al miedo se
le vende encarándolo. Hay una frase de Jiddu Krishnamurti que dice “Haz lo que
temes y el temor morirá”, pues así mismo es. Para ello nos vamos a servir de
una serie de estrategias:
No vamos a
evitar aquello que nos da miedo, huir no soluciona el problema.
Hemos de ir
introduciendo pequeños cambios que poco a poco ayuden a la mente a entender que
seguimos teniendo el control de la situación, ya que como es lo que más nos
asusta hay que educarla. Si una característica tiene la mente es que es muy
plástica, ¿esto qué quiere decir? Que entrenándola se adecua a lo que queramos.
Valorarse a
uno mismo fortalecerá la seguridad en las acciones y decisiones que tomemos.
Por tanto necesitamos hacer un reconocimiento positivo de nuestras capacidades
y limitaciones, ya que una limitación no es algo negativo, se necesitan de
ambas para encontrar el equilibrio.
Es básico
empezar a expresarse emocionalmente, sobre todo la parte negativa de nuestro
malestar. De esta manera reduciremos tensiones y por tanto nos relajaremos más.
Si al principio cuesta hacerlo con otras personas, escribiéndolo se puede
empezar uno a entrenar, además de que nos sirve para reflexionar.
La clave de
toda buena relación es la comunicación y la confianza, sin ellas no hay pareja
que sobreviva de una manera sana. Por lo que el objetivo tiene que ser lo que
se conoce como asertividad, es decir, decir en todo momento lo que se piensa y
siente sin entrar en herir a nuestro interlocutor, en este caso nuestra pareja.
Merece la
pena hacer el intento de superar el miedo ¿no crees?
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